La Argentina, si se evaporase en este instante nadie se daría cuenta de ello. Seguramente nuestros acreedores externos preguntarían por nuestro gobierno, a las semanas de la fatídica catástrofe. O alguna pequeña nota periodística, de algún portal de Internet, daría cuenta de ello. Así de solos estamos.
Nuestro gobierno no tiene ningún peso en el tablero geopolítico regional e internacional. Pesan más las decisiones de Chile o Perú, que lo que pudiera decir nuestro Canciller. El gran Atilio Bramuglia (jugador extraordinario en el conflicto por Alemania del Este) debe estar revolcándose en su tumba por tantos desaciertos.
Esto queda demostrado en la “pelea” por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (donde el principal aportarte es Estado Unidos). México no presenta candidatura y sale, por primera vez, el gobierno americano con la suya propia. Entendiendo que se juegan situaciones importantísima para la estabilidad futura del continente: la intromisión China en los gobiernos de nuestros países.
La Cancillería China-Argentina, presidida por Felipe Solá (que está como árabe en el chaco salteño, extraviado) presenta como postulante a Gustavo ‘zapatitos blancos’ Béliz y encima le guapean a Trump. Claro, detrás de esta aparente inocente decisión, están las cada vez más influyentes presiones del gobierno de Xi Jinping. Obviamente, acompañada por el cipayaje de la socialdemocracia radical-peronista. Olvidando el Americanismo de Alem y el Continentalismo de Perón.
Ahora los muchachxs de la Tercera Vía (negadora de la Tercera Posición), sabiendo quién es el que tiene el sartén continental por el mango, están temblando por alguna posible represalia del Departamento de Estado contra el gobierno títere argentino, teniendo en cuenta las próximas negociaciones con el FMI…y China sigue planificando como conquista al mundo.
Es verdad aunque usted, compañero, no lo crea.
Luis Gotte
La pequeña trinchera