El Pato Abbondanzieri a los 49 años, se encuentra alejado del fútbol y vive en el campo en la localidad santafesina de Bouquet, su pueblo natal. En 2019 decidió dejar de ser ayudante técnico de Martín Palermo tras el fallecimiento de su padre y comenzó a meterse más en las decisiones de su establecimiento.
Hace poco adquirió una cosechadora para prestar servicios a terceros. Ya arriba de su nuevo “chiche”, ajustó el cabezal en el lote de trigo y se dirigió hasta una de las puntas que le había quedado sin trillar. Una vez que terminó ese lugar, llamó a su hijo Felipe por un handy, quien maneja el tractor que lleva la tolva, y descargó la producción triguera.

Luego, manejó la cosechadora hasta otro lugar del lote que tenía una franja más extensa para cosechar. Allí puso el piloto automático que tiene incorporado la máquina y se prestó a la charla con Clarín Rural mientras la trilla continuaba sin parar y el monitor marcaba rindes que no bajaban de los 52 quintales.
“Tenemos un maquinista de lujo”, se enorgulleció Sebastián Fava, dueño del campo en el que Abbondanzieri está trillando.
El Pato estuvo ligado al sector agropecuario desde que nació. Su papá trabajaba con una familia de contratistas y durante las campañas agrícolas viajaba al norte y el sur del país. “Eran máquinas chicas, se iba y no volvía por dos o tres meses. Antes se trabajaba mucho en el campo, llevaba mucho tiempo. Después, cuando regresaban, íbamos todos a la entrada del pueblo a recibirlos”, recuerda el ex arquero.

“Me crié arriba de las máquinas, en las cosechadoras. Siempre fue la ilusión mía tener una”, dijo el Pato orgulloso de que recientemente cumplió su meta. “Mi papá estaría todo el día acá conmigo”, dijo haciendo referencia a las pasiones que compartían con su padre.
Abbondanzieri nació en el pueblo pero su familia tenía un campo a 5 kilómetros de su casa. Se iba, una vez que terminaba el colegio, en bicicleta hacia allí. Y también en la zona rural nació su otra pasión: el fútbol.
“Mi tío me cagaba a pelotazos entre dos árboles que teníamos en el campo. Me gustaba mucho embarrarme y tirarme al piso”, rememoró con una sonrisa mientras relojeaba el monitor de rinde.

Sus comienzos futbolísticos fueron en el club de Bouquet, sin embargo no comenzó como arquero, sino jugando de defensor como número “2”. Según contó, había otro compañero en el arco que atajaba muy bien. Cosas del destino, ya con 8 años, el equipo fue a jugar a un torneo en Las Rosas, un pueblo ubicado al lado de Bouquet, y justo faltó el arquero. Recordó que pese de haber perdido por uno a cero, fue su partido consagratorio en el arco.
Así, se fue a jugar a Argentino de Las Parejas a los 9 años. Viajaba dos veces a la semana y los fines de semana se quedaba en la casa de una familia.

Los comienzos como productor y contratista
En los inicios de Boca invirtió en el campo donde está viviendo ahora, a 3 km del pueblo santafesino que lo vio nacer. “Es una soledad, una tranquilidad enorme. No podía pasar 15 días en Buenos Aires. Boca siempre jugaba los domingos y al otro día me iba al campo. Me servía para desenchufarme y me daba pilas para volver a entrenar los martes”, recordó.
Una vez que invirtió en el establecimiento se lo alquiló a su cuñado Fabián Borri (marido de la hermana) que tenía todas las herramientas para explotarlo hasta que se metió de lleno en el negocio agropecuario en el último tiempo. Solamente despunta el vicio del fútbol en los eventos que participa junto a ex jugadores de River y Boca que recorren el interior, “Eso lo voy a seguir haciendo porque me fascina”, apuntó.

Hoy, al campo de Abbondanzieri se lo asesora un ingeniero agrónomo y su cuñado le realiza las labores de siembra y cosecha. Pero aclara que en el futuro es él quien tomará la posta de producción.
“Me involucro bastante en el campo, igualmente me falta mucho por aprender”, se sinceró. Asimismo, alquila también junto a su cuñado otro campo cerca de la zona. Y ahora comenzó un nuevo rumbo: la de contratista rural. Se compró una cosechadora 6150 de Case IH, de 6 cilindros con 326 cv, que fue lanzada este año, para cosechar en su campo y a terceros.
“Siempre que tenía tiempo libre, me subía a la cosechadora de mi cuñado y la manejaba. Yo quería tener algo propio y quería hacer lo que me gusta: manejar una cosechadora”, enfatizó.
De todas maneras, bromeando, remarcó que todos los años se la complican cada vez más porque los fierros vienen con mucha tecnología incorporada.
“Ahora estamos dentro de una cabina, con temperatura a 23 grados, monitor de rinde, todos los chiches. Antes no tenían cabina, te comías todo el polvillo”, compara cómo fue cambiando el trabajo en el agro. “Es algo que me apasiona, lo disfruto. Estoy con mi hijo Felipe que le esquivó un poco al estudio y que quería estar en el campo. Y acá estamos, haciendo esta locura juntos”, se jactó.
El ex futbolista se metió de lleno en los estereotipos que flotan en los productores. “Toda la gente dice ‘eh que compran camionetas, cosechadoras’, pero hay mucho riesgo de comprar y que la pases mal o que no venga la cosecha. Hoy en día el valor que tienen los granos son muy buenos, los rindes también son buenos pero se invierte mucho. sobre todo los que alquilan”, consideró. “Cuesta mucho sembrar, cosechar, tal como está el valor del combustible. Uno que nunca había estado en esto se fija lo que cuesta invertir en el campo”, añadió.

En este sentido, se refirió a cómo afecta la presión impositiva sobre el sector. “No tengo un punto de vista de los gobiernos en sí. Voy hacia donde va el país, para apoyar. No soy peronista, macrista ni radical. Nunca me gustó el tema político. El campo da mucho pero también es mucho lo que te sacan en impuestos. Argentina podría avanzar si se enfoca 100% en el campo. Tenemos una posibilidad enorme de poder aprovechar no sólo la agricultura, sino también la ganadería. Hay una zona de tambo muy interesante en la región pero no la aprovechamos porque la leche no vale nada”, opinó.
Con respecto a la campaña agrícola, el Pato destacó que es uno de los mejores años en cuanto a rinde en la zona. “Hay que anotarlo. Nunca más va a pasar esto. Son trigos que superan los 50 quintales. Nunca se vio esto”, enfatizó entusiasmado con lo que marcaba el monitor de rinde.
Fuente: Clarín