ALGUIEN DIJO UNA VEZ QUE TE FUISTE…PERO, ¿CUÁNDO? … ¿CUÁNDO?…SI SIEMPRE ESTÁS LLEGANDO…!

Fueron pocos los pensadores que han penetrado de manera tan fresca, natural y profundo en las entrañas de su pueblo, los olvidados de la tierra, como lo hiciera el Gral. Juan D. Perón, con su acento familiar, llano y sin dobleces.

Su perdurabilidad y permanencia aún, precisamente, es por esa comprensión hacia los humildes, en su forma de sentir el sufrimiento de un pueblo que busca la felicidad y la justicia. Ese amor que sintió, el deseo cristiano de multiplicar y compartir el pan junto a los centenares de miles de obreros anónimos y laboriosos, de los que nunca se habían ocupado honestamente, lo ha convertido en el primer trabajador.

Este criollo de tierra adentro, demostró una profunda conciencia social en todos los actos de su vida pública. Desde que ocupara la Secretaría de Trabajo y Previsión para pelear al servicio de la causa del pueblo, hasta el día en que es llamado hacia la inmortalidad, se conduce de la misma manera.

Su vida estuvo signada por los caprichos del destino. Amado por su pueblo, sin poder retener a la mujer que amó. Fue un poco el padre de todos nosotros, sin tener hijos propios. Multitudes lo rodeaban, y muchas se encontró con la más absoluta soledad. Fue fiel, y traicionado.

Su labor desprestigiada por sus enemigos – el oscurantismo y el egoísmo -, y su gesta objeto de escarnio y blanco de la calumnia, juzgándolo con criterios mezquinos y miserables. Todas las armas se utilizaron: la mentira, el engaño, la difamación, la tergiversación. Se tejió una leyenda negra plagada de infundios y excesos y se la propaló a los cuatro vientos, por abyectos e infames liberales y marxistas, lacayos que trasuntan las sombras de la traición, que luchan al servicio de intereses foráneos, que no son los nuestros; serviles de grupos económicos que no querían trabajadores con conciencia social; incluso, hasta la Corona Británica le tuvo temor, le resultaba peligroso, interesada en fomentar, en nuestros pueblos, su inferioridad espiritual y su incapacidad para gobernarse, ofreciéndonos administradores formados en sus propias Universidades. Condición ultrajante y ofensiva a nuestra dignidad y orgullo de pueblos soberanos y libres.
Sin embargo, más allá de todos los intentos, no se ha podido silenciar su trabajo, ni disminuir su obra que sigue quedando como el gran aporte a las generaciones futuras.

Luis Gotte

Allí están, como pruebas fehacientes, de que ‘mejor que decir es hacer y más que prometer es cumplir’, los barrios obreros asomando en las urbes en expansión; las leyes de pueblo, modelo de equidad, sabiduría y justicia; las escuelas y colegios para que la cultura fuese obrera; construyó universidades para que sus hijos fueran instruidos y graduados en todas las ciencias y facultades, desterrando en ellos las tinieblas de la ignorancia y el error; honró nuestras raíces, formando hombres para la Patria. Fusionó y definió su pensamiento con el de la Hispanidad, incorporando un aporte de energía vital para generar un pueblo nuevo de hombres que, impulsados por el soplo divino de la Fe y la Esperanza, sean dignos hijos de Dios.

Destino maravilloso de este Gran Argentino que descubre con su pluma y la palabra una realidad que era distante a muchos, dándole un sustento de naturaleza filosófica donde confluye el fuerte ideal de Justicia Social y un realismo que se alimenta de la misma tierra. Vertientes que dan origen a nuestra Doctrina, que penetra hondo en el corazón mismo del pueblo trabajador. El saber jugarse ‘entero’ de este gaucho criollo le cabe la expresión orgullosa en ser el “Martín Fierro de nuestras pampas”.

Perón fue una suma de imponderables que lo impulsaron a ser lo que debió ser: por su origen, por nuestras raíces y la Historia de nuestro continente. Constituye nuestro sello personal, inconfundible y auténticamente diferenciador. Nos marcó un estilo de vida que nos enseña a vivir practicando el bien, la caridad, la política con sensibilidad social y, también…a saber morir con dignidad.

Su obra, sintetizada en la JUSTICIA SOCIAL, aportó a la Occidentalidad su más valiosa contribución: la cooperación y colaboración entre todos los componentes de una comunidad. No hay comparación en la Historia, por su concepción es única en el mundo. Porque en el pasado fue la lucha de clases, el ofrecer la otra mejilla, la resistencia pasiva, el heroísmo romántico y de sacrificios revolucionarios con finales trágicos.

Su empresa tuvo el signo de una auténtica misión. Llegó para dignificar al trabajador. No combatió al capital, intentó humanizarlo; ganar la economía para la fe de una política que honrara al Hombre en su sentido de trascendencia. Para que lo desorganizado fuese Comunidad Organizada, donde prevalezca la Justicia y la Paz.

Fue un soñador de cosas justas, desbordante de fe. Venía a enfrentar lo desconocido, a luchar en un mundo lleno de peligros, de injusticias, de intolerancias e incomprensiones; donde la conspiración, la deslealtad, el egoísmo y la ignorancia aguardaban para hacer su entrada y volver las cosas a su lugar, a una materialidad que se resistía a morir: la explotación del hombre por el hombre.

Nada detuvo su ímpetu arrollador: ni embajadores de corte mafioso, ni oligarcas cipayos, ni obispos alejados de Cristo, ni militares sin conciencia de pueblo, ni figuras e ideologías que pregonan muerte. Nada lo doblega. Sólo obedece al llamado de la tierra adentro, al subsuelo de la Patria sublevada. Y es ahí, ciertamente, en los momentos difíciles, en que se lo ve más grande, más serenamente dueño de sí mismo, más consciente de un destino trazado por el impulso de su férrea voluntad.

Llevó a cabo una revolución social, para que el hombre no sea explotado por el hombre. Una Revolución desde el pueblo y para el pueblo. Donde los aumentos de jornales, el salario familiar, aguinaldo, vacaciones, viviendas, jubilación digna, etc., no fueron dádivas de socorro, sino actos de justicia, de estricta justicia social, que habían tardado demasiado en llegar.

Sus beneficios, en lo social, lo conocieron y la conocen mejor los hombres de trabajo, que aquellos que parlotean sobre la libertad, la república, la ética y la moral sin ver encallecer sus manos. La libertad se asegura a golpe de trabajo digno, dando primero al hombre su libertad económica, que es fundamental. No hay moral sin libertad, ni ésta puede fundarse en la miseria y en la injusticia. Siendo necesario elevar, primero, al trabajador a un nivel de vida, de comodidad y felicidad que, alcanzado, le permitirá alimentar su espíritu.

A través de su figura y su Doctrina se redime el esfuerzo y la sangre derramada por todos aquellos que se han sacrificado por Justicia, Libertad y Dignidad contra la tiranía del mercado, del egoísmo liberal y la esclavitud oprobiosa del colectivismo que nada entienden del alma humana.

Por eso estamos aquí. Para volver a Perón. Para hacer memoria. Para honrar su lucha. Para sentirnos más unidos que nunca a nuestro pueblo y a los pueblos hermanados en la América Hispana, afirmando y aceptando la existencia de una única comunidad cultural en la que todos seamos parte, y que tiene en sus trabajadores la expresión más digna, y en su sufrimiento la manifestación viva y perenne de sus ideales y de sus virtudes y de sus saberes y decires.

Así pues, expresamos nuestra razón de que el alto espíritu de unidad que inspira el pensamiento Justicialista ilumine estas tierras cuando se disipe el manto de niebla en que nos han envuelto. Por eso, y por mucho más, tenemos el firme compromiso de continuar en la lucha por la construcción de una nueva realidad para nuestra Patria Argentina: continentalista, federal y comunal.

LuisGotte.com
La pequeña trinchera

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