El Estado Argentino forma parte de una gran comunidad nacional, la Gran Nación Hispanoamericana. No somos Nación, somos un Estado más.
Hay dos formas de organizar el Estado: una federativa y otra centralista o unitaria.
Dos formas de organización política: democrática o autoritaria.
Dos formas de gobiernos: democrático republicano y representativo o dictaduras.
Los poderes del Estado son horizontales: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; y, vertical: de primer orden (el Estado central), de segundo orden (Estados provinciales) y de tercer orden (los Estados comunales o municipales).
La forma de administrar el poder político está dada por el menor o mayor grado de subordinación que se tenga con Gran Bretaña (China) o Estados Unidos.
La toma de decisiones políticas dependerá de las formas ideológicas que se adopten: europeas, liberalismo o socialismo (y sus muchas variantes); y la hispanista, humanista y cristiana.
Argentina, no se reconoce como parte de la Nación Hispanoamericana; tampoco se organiza federativamente; tiene ribetes autoritarios, con un sistema presidencialista muy fuerte; el pueblo no elige ni delibera, opta por los candidatos que le imponen en una lista de tipo “sabana” cuyos postulantes son hijos, familiares o designados a dedo para ocupar puestos políticos, que recuerdan a las épocas medievales.

No hay respeto por la división de poderes, el Legislativo no representa a su Estado Provincial y mucho menos a su pueblo, solo obedece al Partido, Alianza o Frente político. El Estado central irrespeta y destrata a los Estados provinciales y, éstos, hacen lo mismo con sus comunas, que las ven como pequeñas unidades administrativas. La conducción política no tiene poder soberano ni independiente, la Argentina no puede autodeterminarse, y sus políticos son incapaces de generar una Insubordinación Fundante.
Nuestra comunidad ha dejado de ser nacional para convertirse en internacionalista (o globalista), copia y mal imita los modelos ideológicos europeos.
Esta es nuestra realidad, no muy diferente al resto de nuestro criollocontinente. No sabemos, no queremos o no nos permiten construir nuestra propia montura para cabalgar la propia evolución del mundo, tampoco que nuestro pueblo genere los anticuerpos necesarios para revertir esta situación de atropello e injusticias al que está sometido. Continuando este camino, el futuro argentino no será justo.
La cuestión argentina no es económica, social, cultural o religiosa…es política. Desde 1983 hemos tenido flautistas de Hamelin, grandes oradores y discurseros, que apelan a nuestra sensibilidad, emociones y recuerdos. La de un pueblo, muchas veces algo ingenuo que tiene sangre bien criolla, que reza a la Virgen María y a Cristo y habla en español, que es paciente y se siente siempre solo. La verdad es que, hoy tenemos 43,5 % de pobreza y las megaindustrias se llevan nuestros recursos mineros. Necesitamos casi 7 años de lo que vendemos al exterior para pagar lo que debemos como Deuda Externa. Así, es imposible el crecimiento y un desarrollo integral.
Debemos salir de esta situación. El primer paso es predicar, predicar y predicar: nuestra identidad con la Patria Grande Hispanoamericana y la organización FEDERAL. El resto vendrá por añadidura. Eso sí, para comenzar debemos desprendernos de gran parte de la dirigencia política argentina, de aquella que desconoce y no comprenda el FEDERALISMO.
LuisGotte.com
La trinchera federal