Nuestra comunidad nacional cada vez está más hiperconectada, desde las redes sociales al celular. Lo maravilloso es que la información circula en tiempo real entre nuestros paisanos. Los grandes medios de comunicación, que han venido manipulando nuestros enfoques y miradas, van teniendo poca incidencia en el albedrío. El poder de Clarín, La Nación, Página 12, TN o C5N, cada vez es más reducido, solo hacen mella entre los sectarios, liberales o socialistas S.XXI.
Permanentemente recibimos testimonios comunales de nuestros Estados Provinciales federales. Algunas serán imágenes de sus extraordinarios paisajes y belleza natural, que invitan a viajar. Otras, parten el alma al ver tanta miseria, tanta pobreza y olvido. De pueblos postergados, relegados, olvidados por los gobiernos de turno. En ningún medio periodístico, académico o cualquier otro explican sus causas. De sus verdaderas causas, ni el liberalismo ni el populismo son las raíces de sus males.
Los éxitos son del poder central, los fracasos de los gobernadores, parece defenderse el centralismo político. Por derecha nos dicen que, los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, ellos los eligen o que son provincias históricamente inviables. Por izquierda, señalan a los gobernantes como “señores feudales”, que tiranizan y se enriquecen a costa del erario público provincial, con la justicia comprada y la oposición encubriendo. Donde la Justicia Social, la que tanto prometen en momentos de elecciones, nunca aparece.

Lo cierto es que, no hay diferencia alguna entre gestiones radicales, peronistas o progre-peronistas, todos ellos son correvediles del poder central, al que jamás cuestionan, aun cuando cercene las propias autonomías provinciales. Cada gobernador, cuando necesita de “una mano”, se le extiende un ATN solucionando los problemas por falta de financiamientos. La contraprestación es la obediencia.
Esa obediencia, del gobierno provincial hacia el poder nacional, es la misma que existe entre el Intendente comunal y su gobernador. Las autonomías, como el federalismo mismo, son letra muerta en las Constituciones. Un claro ejemplo es la Provincia Federal de Buenos Ayres.
Los gobernadores nunca serán investigados judicialmente por sus irresponsabilidades en el manejo de fondos públicos, por su relación con las drogas o por abuso o violencia de género. Están blindados. Se mantienen en el poder, o dejan a un familiar o a un amigo de confianza para que ocupe su cargo en el Ejecutivo, mientras se van como Senadores nacionales u ocupan algún otro cargo público. Roma no paga traidores.
Tenemos un 43,5% de pobres, desindustrializados, sin inversiones y en un rápido proceso de convertirnos en un monocultivo sojero (como Cuba con su azúcar). Una de las regiones más ricas del mundo y un pueblo empobrecido, al igual que Venezuela de ser potencia petrolera al escape de su pueblo por hambre. Con un gobierno que centraliza aún más las instituciones, y con posibilidad cierta de alcanzar los excesos de la Nicaragua de Ortega.
El sistema ya no reconoce de límites republicanos y representativos de un Estado Federal. Premia a los obedientes, neutraliza a los disidentes. Debemos romper con esta lógica centralista.
Recuperar el FEDERALISMO perdido. Cada comunidad provincial deberá ser protagonista en el desarrollo y crecimiento del Estado Federal argentino. Y en este contexto, los Gobiernos Municipales, descentralizados y organizados, deberán tener un papel preponderante para combatir las desigualdades internas, haciendo hincapié en aspectos como el cuidado y preservación del agua, los alimentos, la energía, la vivienda, el sistema sanitario, el aire puro; generar la capacidad de anticipación y respuestas ante futuros episodios traumáticos de gran alcance, hoy sometidas a la improvisación como lo está demostrando esta Pandemia. Los gobiernos provinciales, por su parte, deben desarrollar políticas públicas comunales que pongan en el centro a nuestros paisanos y su sentido de trascendencia y al medioambiente como ordenador de la economía, que sea capaz de construir prosperidad desde una comunidad organizada, es decir, una Comuna capaz de generar respuestas a los retos que la naturaleza, y el mundo, coloquen.
Rehacer la lealtad y compromiso FEDERAL entre los Gobiernos, y entre éstos y el Estado nacional es tarea ineludible. Este es el momento histórico para su diseño, una nueva estrategia hacia el horizonte 2050.
LuisGotte.com
La trinchera federal