La última medición del INDEC (segundo semestre 2020) nos indica que el nivel de pobreza en la Argentina ascendió al 42%, en tanto, la indigencia llegó al 10.5%, en un contexto de pandemia global y de larga cuarentena local combinada con una alta tasa de inflación.
Los economistas en general sostienen que, es un duro dato de pobreza y lamentablemente no hay soluciones fáciles ni rápidas. La estabilidad macroeconómica es un requisito indispensable y luce lejos de alcanzarse. Es decir, consideran que es un problema económico que se sale con un programa económico.
La realidad es que, hace 37 años que venimos aplicando recetas económicas y ya vemos el resultado al que se ha llegado. Ergo, el problema y la solución no son económicas. La economía es una herramienta que debe estar al servicio de la buena y patriótica política.
El problema argentino es político, y pasa por la organización de los aparatos del Estado; en la relación entre el Estado Nacional y las provincias y éstas con sus Municipios, donde toda esta estructura política ya no da soluciones a los problemas de nuestra comunidad. Una estructura agotada, enclenque, consumida e incapaz de generar propuestas e ideas.
El fantasma de la secesión y la rebelión recorre el país. Hoy son varios las provincias que tienen disputas con el Gobierno nacional que, generalmente, se originan por la falta de transferencia de recursos coparticipables desde el Gobierno Central, por las presiones para que se realicen los ajustes económicos exigidos, por la falta de inversión en infraestructuras y, ahora, por las imposiciones del aparato kirchnerista/camporista están llevando a una insubordinación a los pueblos.
Ante esa realidad, carece de sentido el debate económico. La respuesta es sencilla, aunque no fácil: reconstruir el sistema FEDERAL de gobierno desde o con base Municipal.
Luis Gotte
la pequeña trinchera