Miguel Saredi recuerda el Día del “Operativo Cóndor”.

El Dirigente Provincial del Partido Federal, Dr. Miguel Saredi nos hizo llegar el recuerdo a 54 años de una epopeya de jóvenes argentinos que aterrizaron en la Islas Malvinasz, con el denominado «Operativo Cóndor»: «El Operativo Cóndor fue Una audaz operacion llevada a cabo en 1966 por un grupo de jovenes militantes peronistas argentinos que desvió un avión civil de Aerolíneas Argentinas y obligó a su comandante a aterrizar en las islas Malvinas, ocupadas por el Reino Unido pero reclamadas históricamente por nuestro país».

El 28 de septiembre de 1966, un comando formado de 18 estudiantes, obreros, sindicalistas y periodistas, en su mayoría militantes peronistas y nacionalistas, secuestró un avión Douglas DC-4 LV-AGG de Aerolíneas Argentinas, que había partido desde Buenos Aires a las 0:34 horas y tenía por destino a Río Gallegos, y lo desvió, aterrizando en las islas Malvinas unas horas más tarde.

«Los jóvenes se llamaban a sí mismos «cóndores»; casi todos eran peronistas. La edad promedio del grupo era de 22 años. El «Operativo Cóndor», como fue bautizada la acción armada, fue comandado por Dardo Cabo, de 25 años de edad, periodista, metalúrgico y activo militante peronista nacionalista, hijo del sindicalista Armando Cabo», detalló Saredi.

Los miembros del Operativo Cóndor fueron: Alejandro Giovenco Romero, de 21 años de edad; María Cristina Verrier, dramaturga y periodista de 27 años, hija de César Verrier, juez de la Suprema Corte de Justicia y funcionario del gobierno del ex-presidente Arturo Frondizi; Fernando Aguirre, empleado de 20 años; Norberto Karasiewicz, obrero matalúrgico de 20 años; Andrés Castillo, empleado de la Caja de Ahorro, de 23 años; Luis Caprara, estudiante de ingeniería de 20 años; Victor Chazarreta, obrero metalúrgico de 32 años; Ricardo Ahe, empleado de 20 años; Juan Bovo, obrero metalúrgico de 21 años; Edelmiro Jesús Ramón Navarro, empleado de 27 años; Ramón Sánchez, obrero de 20 años; Pedro Tursi, empleado de 29 años; Juan Carlos Rodriguez, empleado de 31 años; Pedro Bernardini, obrero metalúrgico de 28 años; Fernando Lisardo, empleado de 20 años; Edgardo Salcedo, estudiante de 24 años; Aldo Ramírez, estudiante de 18 años.El comandante de la aeronave era Ernesto Fernández García, y entre los pasajeros figuraba el gobernador del por entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, contraalmirante José María Guzmán. También viajaba en el avión Héctor Ricardo García, el director del matutino porteño Crónica. Que se embarco en la aeronave, con conocimiento del hecho que se iba a producir a bordo de la misma.

Aproximadamente a las seis de la mañana, cuando el avión, con 35 pasajeros a bordo, sobrevolaba la ciudad de Puerto Santa Cruz, los integrantes del grupo tomaron las armas que llevaban ocultas en los equipajes y consiguieron el control del avión: Cabo y Alejandro Giovenco se dirigieron a la cabina, donde exigieron al piloto que tomara el rumbo 105, hacia Malvinas. Éste alegó falta de combustible y desconocimiento de la ruta de navegación correspondiente, pero finalmente obedeció las órdenes. Para no atemorizar a los pasajeros, se les informó que la aeronave regresaba a Comodoro Rivadavia.

El piloto logró encontrar la ubicación de las islas, gracias a las diferencias en el patrón de la cobertura nubosa que frecuentemente las oculta. Entre algunos claros divisaron tierra firme y tras algunas rondas de reconocimiento que les permitieron localizar la población de Puerto Stanley, aterrizaron a las 8:42 en la pista de carreras de caballos de 800 m de largo, después de haber sobrevolado durante 40 minutos el lugar para gastar combustible. Debido a la dirección del viento el avión debió aterrizar alejándose del poblado, por lo que el grupo descartó la variante «A», tomar la casa del gobernador, ya que se carecía del elemento sorpresa.

En esa línea el Dr. Miguel Saredi explicó que  «Los jóvenes descendieron, y nombraron al lugar como «Puerto Rivero», en homenaje al gaucho entrerriano Antonio Rivero que resistió la invasión británica de 1833 al archipiélago, y desplegaron siete banderas argentinas en las inmediaciones: cinco en los alambrados, otra en el avión, y la restante en una especie de poste de hierro cercano hincado en el suelo que sirvió así de mástil».

Numerosos civiles malvinenses se acercaron a ver qué ocurría. Algunos fueron tomados como rehenes, entre ellos el jefe de policía y el jefe de los marines británicos. Entre los restantes el comando distribuyó una proclama escrita en inglés; el texto informaba que los jóvenes no eran «agresores» sino argentinos que consideraban a las islas como parte de su propio país. Al poco tiempo el avión fue rodeado por la Fuerza de Defensa de las Islas Malvinas, a las que se unió casi un centenar de civiles.

Los jóvenes realizaron un comunicado utilizando la radio del avión, cuyas palabras tuvieron amplia repercusión en la Argentina.-«Operación Cóndor cumplida. Pasajeros, tripulantes y equipo sin novedad. Posición Puerto Rivero, Islas Malvinas, autoridades inglesas nos consideran detenidas. Jefe de Policía e Infantería tomados como rehenes por nosotros hasta tanto gobernador inglés anule detención y reconozca que estamos en territorio argentino».

El radioaficionado Anthony Hardy reprodujo la noticia, y su señal fue captada en Trelew, Punta Arenas y Río Gallegos, retransmitiéndose a Buenos Aires. A la tarde los civiles e infantes de marina británicos trabajaban en la instalación de reflectores, altoparlantes con música marcial, y nidos de ametralladora en las inmediaciones del avión. En los siete jeeps ubicados delante y detrás del avión se habían apostado policías, infantes y civiles armados; en lo alto de un cerro vecino se habían desplegado tres carpas de campaña con refuerzos militares.

Por pedido expreso del líder del comando argentino, el padre Rodolfo Roel, de origen holandés, sacerdote católico de la isla, ofició una misa en castellano en el interior del fuselaje. Gracias a las gestiones del párroco los tripulantes y pasajeros pudieron ser alojados en casas de familia de los isleños. A las 4:30 horas del día siguiente el «gobernador británico» emitió un comunicado en el que exigía la rendición incondicional del grupo. Afirmaba que los soldados y policías tenían órdenes de disparar. El comando argentino se negó a entregarse. A las tres de la tarde hubo otra gestión con ese mismo propósito, esta vez a cargo del padre Roel, que también tuvo resultado negativo.

Para finalizar el Dr. Miguel Saredi detalló que: «Horas después se arribó a un pacto: los argentinos dejarían las armas en el avión, como nave argentina, y serían acogidos por la Iglesia católica, quedando a cargo del padre Roel. No hubo rendición, los cóndores marcharon a la iglesia con sus banderas argentinas consigo. A su regreso al continente Cabo sintetizó así lo pactado:-«Fui a Malvinas a reafirmar la soberanía nacional y quiero aclarar que en ningún momento me he entregado a las autoridades inglesas, sino que acepté el hospedaje de la Iglesia Católica ofrecido a través del arzobispo de las Islas Malvinas; que me consideré detenido por la autoridad argentina que allí reconocí en el comandante de Aerolíneas, entregándole al gobernador de Tierra del Fuego e Islas Malvinas, señor almirante Guzmán, las banderas argentinas que flamearon en tierra malvineña durante treinta y seis horas». Luego, los argentinos y el sacerdote salieron del fuselaje. Con el pabellón en brazos entonaron el Himno Nacional argentino, rodeados a 200 m por los puestos de los militares británicos».

Autor