Un fantasma recorre la Provincia de Buenos Ayres: el fantasma de la peor crisis de toda su historia, ni política ni económica: de ORGANIZACIÓN. Situación agravada por la falta de comprensión política y apreciación de la realidad. El desafío es enfrentar la problemática de su POBLAMIENTO, y su dualidad: una región surera despoblada, y un granbuenosayres superpoblado.
Nuestras llanuras vienen perdiendo peso demográfico, con un crecimiento desacelerado, la fecundidad descendiendo, el número de jóvenes disminuyen, la esperanza de vida aumenta y, el envejecimiento alcanzando mayores proporciones. Las mareas migratorias cobran cada vez mayor importancia y con consecuencias dramáticas. Más de 200 pueblos han desaparecido y 360 por desaparecer con el tiempo, perdieron el tren, sus rutas asfaltadas y las fuentes de trabajo. Abortar no es gobernar.
Los contrastes en toda la geografía territorial se agudizan, especialmente en lo que tiene que ver con la concentración de inversiones, el empleo y la población, un el vacío demográfico, decrecimientos económicos junto a las graves desigualdades regionales, son algunas de las realidades a las que debe hacerse frente. La situación se viene agravando en los últimos tiempos. Sin embargo, la prioridad política parece ser el poligenerismo.
Durante décadas, la falta de políticas de Estado en materia de planificación hidráulica, forestal, industrial o de infraestructuras (ferrocarriles) conllevaron a un proceso de cambios demográficos que se han manifestado en esa gran mancha urbana, que es el área del Granbuenosayres. Sin identidad y sentido de pertenencias…donde juegan al juego de la muerte.

La geografía surera ha sido depositaria de múltiples tradiciones y elementos culturales que fundaron el núcleo de nuestra Identidad Bonaerense, en peligro de desaparecer. La comunidad, el territorio y el paisaje se están transfigurando en paisajes de desolación.
Sin una política de cohesión territorial que, de verdad, atienda a los problemas de base, de su tratamiento, difícilmente se podrá revertir la situación. El tiempo de actuar ha llegado, con más política de gobierno y menos sectarismos.
Por otro lado, es llamativo que los distintos colectivos bonaerenses (escritores, periodistas, gestores del territorio, organizaciones sociales, el ámbito educativo y científico), no se pronuncien sobre la urgencia de abordar una solución a estos problemas.
Urge comenzar a corregir o, cuando menos, reducir el impacto negativo que todo ello ha ido ocasionando, por lo que la conducción política debiera diseñar y crear estructuras y organismos orientados a hacer frente a esta situación, elaborando planes, programas y estrategias, a tal efecto corresponde crear el Instituto de Poblamiento Bonaerense.
Se puede y se debe intervenir, pensando en medidas que faciliten un desarrollo armonioso y equilibrado en todas las regiones de nuestra inmensa Provincia de Buenos Ayres. Donde los “pueblos olvidados» deben pasar a ser “regiones recursos». Facilitando las condiciones adecuadas de accesibilidad a los servicios básicos que son derechos inalienables sin importar dónde se viva.
No podemos renunciar a estos espacios y sus muchos o pocos habitantes, permitiendo que directrices regresivas, que vienen de afuera, se impongan. Es un deber de estricta justicia social, de sentido histórico y buen hijo de esta tierra trabajar para dar una solución. Que no sea China, la ONU u otros organismos los que decidan, ante la claudicación de nuestra Cancillería.
El definitiva, la despoblación y el sobrepoblamiento es un problema de Estado, de toda la administración política, pero también de la comunidad, y abordarlo debe ser de manera interdisciplinar.
Es necesario fomentar la conciencia y participación de las Organizaciones Libres del Pueblo, en colaboración con el Gobierno y los aparatos del Estado, en la definición de un Modelo Bonaerense. En la cual los académicos, científicos y técnicos, los políticos, la CGT y sectores de la producción se alineen en función de ese objetivo común. Y Buenos Ayres volvería a ser la locomotora que empuje a nuestra amada Argentina.
Es imprescindible que nuestro pueblo haga suya la situación de la problemática bonaerense, rompiendo el juego de la falsa dicotomía, entre el campo y la ciudad. El medio campero es complemento imprescindible al medio urbano.
La puesta en marcha de soluciones integrales desde una conciencia auténticamente FEDERAL y municipalista, serán los pilares para pensar que un horizonte mejor es posible para nuestros paisanos de la Provincia de Buenos Ayres.
Luis Gotte
La pequeña trinchera