Liberales y socialdemócratas en eterno retorno. Sus OBJETIVOS, perpetuar el camino de Rivadavia y Mitre. Su MISIÓN, deshonrar al PENSAMIENTO NACIONAL. Es la realidad.
Formados en ideas de autores extranjeros que no conocieron la Argentina, historia y pueblo. Ni aculturados ni transculturados, vendepatrias.
Sus ambiciones ostentan el vivo fervor de la Libra Esterlina, invisibilidad a los grandes hombres que ha dado nuestra cultura hispana. Negacionistas de las cosas nuestras.
Ocultan toda forma de pensar desde nuestras entrañas, desde lo profundo de la tierra. Música, poesía, narrativas, cuentos, novelas.
Palabras, pensamientos y acción del subsuelo que abre conciencias, y despierta en nuestros espíritus el deseo de Justicia y Libertad.
Argentina, la de nosotros, la de nuestros padres y nuestros hijos, la que vivimos y sufrimos. La que amamos en inmensidad. La que ellos desconocen, borran de su memoria, repudian y desprecian. Civilización o Barbarie. Patria o antipatria es la ecuación.
Si vieran a la Patria como yo la vi…
Desde la alegre Jujuy, la “tacita de plata”, con sus carnavalitos y el diablo que sale a correrte; sus cerros de siete colores, Tilcara y Humahuaca; sus chayas, coplas y huainos; sus estofados de llama y un vaso de chicha. Se baja por Salta, dos veces la linda, que revela una gente hermosa de singular tonada; una cerveza negra en lo de Balderrama, entre zambas y chacareras esperando un plato de locro pulsudo, y a la espera malbec de Domingo Hermanos. Y si miramos finito, seremos testigos como se entrecruzan las lineas del pasado con el presente cada 16 de junio, donde miles de gauchos se presentan a rendir homenaje a ese gran héroe criollo que fue Dn. Martín Miguel de Güemes y que, al pie de su monumentos, aparecen las fogatas como luciérnagas iluminando el camino de retorno al cielo de ese valeroso guerrero. Campo Quijano y su mejor dulce de leche, y como no hacer un alto en el camino para probar los amables vinos cafayateños.
Continuamos, llegamos al “Jardín de la República”, Tucumán la cuna de la Independencia. Al entrar en su Casita histórica, cerremos los ojos y les aseguro que se escuchan los corazones exaltados de valerosos patriotas gritando: SÍ, JURO! Y fuimos soberanos. En Famaillá están las mejores empanadas, esas que al morder chorrean juguito; y como no acercarnos hasta el mercado de Simoca. En Santiago del Estero probaremos los mejores cabritos, al son de la tradición folclórica junto a los Carabajal y los Chazarretas, mientras el alma del quechuista Sixto Palavecino acompaña con su violín.
En Córdoba, alegramos nuestros ojos con las domas de Jesús María, y la tradición musical argentina al grito de “Aquí de Cosquín”. En Santa Fe, no contendremos la emoción, de camino a Rosario, imaginando el momento en que Belgrano despliega nuestro pabellón nacional por primera vez, a orillas del Paraná. A un paso, ahí cerquita nomás, está en Entre Ríos, la provincia más gaucha del país; del dorado y el surubí; de la chamarrita y el chamamé.
Y como olvidar nuestra Patagonia, al pie de los Andes, sería imperdonable no descorchar su mejor malbec, al ritmo de una cueca y la zamacueca, del bailecito y la tonada para enamorarnos de esos bellos paisajes que la naturaleza, de la mano de Dios, nos regala.
Ya de regreso a la Provincia de Buenos Ayres, obligado a un alto en el camino para el deleite de una vaquillona con cuero y al sonido de una guitarra campera de un malambo, una milonga, un gato o un escondido. Y la última parada, antes de caer a la Ciudad de Buen Ayre, en la Boca, o a Caminito, y al compás del 2×4, sacarle virutas al piso.
Realizando este camino criollo, nos daremos cuenta del tiempo perdido leyendo y escribiendo sobre cuestiones y personas que nada tiene que ver con nuestra Argentina. Que proyectamos, sobre nuestro pueblo, ideas que son diferentes a nuestra idiosincrasia, y que nos acarrean sufrimientos y tragedias, desde 1983.
Estas vivencias también las experimentó un gran argentino, JUAN PERÓN, y lo llevó a concebir su DOCTRINA, pensando a la Argentina como nosotros la vimos. Ella transmite verdades profundas que son como un faro en la huella de la noche, una luz en la oscuridad de la incertidumbre; que debiera ser fundamento y guía para nuestros políticos y militantes que tengan el desvelo de transmitir verdades y soluciones a los problemas del mundo. La filosofía de esa Doctrina deviene del sentir de nuestro pueblo, de su música, de sus poemas y cantares a su tierra, de sus vivencias y experiencias, de su alma y sus entrañas…es la montura para cabalgar los cambios de estos tiempos.
Ojalá pudieran comprender lo expuesto.
Luis Gotte
La pequeña trinchera