Se trata del teatro Don Bosco del municipio de Bahía Blanca. Su dueño expresó que a 60 días de cerrar sus puertas «quisiera saber quién vive ocho meses sin facturar un peso».
La pandemia provocó un gran golpe a la economía de nuestro país. Pese a que la medida ha colaborado en el achatamiento de la curva de contagios, varios sectores que permanecen inactivos están al borde de desaparecer.
Este es el caso del área de la cultura. Los encargados del Teatro Don Bosco de Bahía Blanca colocaron un cartel con el fin de llamar la atención de la comunidad, ante compleja situación.
En la emblemática esquina de Rondeau y Vieytes, donde solían apreciarse los carteles de obras que se presentarían en la ciudad, se pudo observar un letrero que anuncia que el teatro está a punto de convertirse en una verdulería, además de un crespón negro colocado en la persiana principal del espacio.
Daniel Volpe, encargado del lugar, manifestó que quisieron «apelar como un golpe de puerta último con creatividad», al tiempo que aclaró que pretenden soluciones «que no pasan por lo económico, sino por dar algún arma para conseguir algún crédito para tener de una ayuda que nos permita alcanzar la apertura de la actividad con todos los pasos que faltan todavía».
Volpe solicitó a las autoridades municipales un protocolo con el cual se pueda avanzar y poder ser parte del armado del mismo, ya que no quiere que le entreguen «la torta cocinada».
El productor de espectáculos local aseguró que «está a 60 días de cerrar el teatro» y agregó que «quisiera saber quién vive ocho meses sin facturar un peso».
Finalmente, Volpe contó que durante el domingo ingresó a la sala, después de 90 días y dijo «y se me cayeron las lagrimas».
en el achatamiento de la curva de contagios, varios sectores que permanecen inactivos están al borde de desaparecer.
Este es el caso del área de la cultura, la cual sufre los embates de la no circulación de las personas.
En tal sentido, los encargados del Teatro Don Bosco de Bahía Blanca colocaron un cartel con el fin de llamar la atención de la comunidad, ante compleja situación.
En la emblemática esquina de Rondeau y Vieytes, donde solían apreciarse los carteles de obras que se presentarían en la ciudad, se pudo observar un letrero que anuncia que el teatro está a punto de convertirse en una verdulería, además de un crespón negro colocado en la persiana principal del espacio.
Daniel Volpe, encargado del lugar, manifestó que quisieron «apelar como un golpe de puerta último con creatividad«, al tiempo que aclaró que pretenden soluciones «que no pasan por lo económico (…) sino por dar algún arma para conseguir algún crédito para tener de una ayuda que nos permita alcanzar la apertura de la actividad con todos los pasos que faltan todavía».
Volpe solicitó a las autoridades municipales un protocolo con el cual se pueda avanzar y poder ser parte del armado del mismo, ya que no quiere que le entreguen «la torta cocinada».
En el mismo sentido, el productor de espectáculos local aseguró que está a «60 días» de cerrar el teatro, «quisiera saber quién vive ocho meses sin facturar un peso».
Finalmente, Volpe contó que durante el domingo ingresó a la sala, después de 90 días «y se me cayeron las lagrimas«.