¿QUÉ ES LA PATRIA? Para los que andan distraídos, pensando en otras cosas…

El concepto PATRIA tiene muchas definiciones, valoraciones diversas, dependiendo de la ideología a la que adscriban quienes redactan. No es una noción fácil de delimitar, es más, casi una ilusión que pueda ser definida, precisada, determinada. Por lo menos para nosotros. Cada comunidad nacional, cada persona humana, tienen su propia construcción. Porque es personal, es individual y no producto de sectores de poder.

¿Y cómo se construye? Con el AMOR, ¡sí! Nace al momento de compartir la calle, mirar el barrio, al vecino que la pelea diariamente, al comerciante abriendo su negocio a la misma hora, a los pibes que van apresurados al colegio, al maestro, al funcionario público en la misma trinchera. Todos contribuyendo a un determinado orden para que el vecindario, el barrio y la comunidad toda pueda realizarse en la medida que cada uno también se realice. La emoción y felicidad que nos causa y dá el comprender este conjunto de hechos, es “amor”. Es amor a la propia felicidad proyectada en la felicidad de todos estos paisanos de bien con quienes compartimos el terruño, con quienes nos saludamos y comunicamos, con quienes nos ligan las mismas leyes, usos y costumbres, intereses y vínculos, sueños y temores, esfuerzos y sacrificios, una misma historia y cultura que forja interdependencia sin la cual no sería posible una comunidad organizada. Ahí nace y crece la Patria.

Cuando ese amor se va compartiendo con otras comunidades, otras provincias, es donde surgen lazos muchos más extensos, no ya entre el vecino, sino entre nuestros paisanos, el connatural, con el que experimentamos y compartimos, afectivamente, cosas en común. Es ahí donde asoma la NACIÓN, una comunidad histórico-cultural con un territorio que considera propio y que se ve a sí misma con un alto grado de conciencia, de sentido de pertenencia. Compartiendo mancomunadamente un mismo proyecto, un mismo objetivo, una misma esperanza.

Ahora, cuando nos atrevemos a observar más allá de nuestros horizontes, de estas fronteras impuestas, veremos que los “otros” no son muy diferentes a nosotros. Que coincidimos en tradiciones, usos y prácticas, emociones y sentimientos. Es lo que nos permite llamarnos HERMANOS. De México a la Argentina somos una Gran Nación de Hermanos. Somos unidad de destino.

La raíz y la configuración básica de nuestra Hispanoamérica es mestiza, un pueblo nuevo en la historia. Un pueblo ciertamente originario. Donde las definiciones europeas pierden todo sentido. No son para la razón liberal o marxista. La Patria, la Nación, el Pueblo no conforman clasificaciones para la comprensión de aquellas ideologías foráneas, porque nacen desde el amor del hombre común. Cuestiones que la progresía, y los liberales, no lograrán dilucidar. No son categorías nacidas para someter, manipular, ejercer “imperium” o dominio de unos pocos hacia otros muchos.

El corazón tiene razones que la razón no entiende.

Con respecto a la Patria podemos diferenciar dos niveles, a saber: la Patria Chica, donde el pueblo resuelve sus cuestiones personales dentro de un marco jurídico propio, dentro de un sistema FEDERAL de gobierno y la separación de poderes como REPÚBLICA, por caso Argentina. Sin embargo, hay intereses que exceden el marco SOBERANO, otro de los elementos que caracteriza a una Nación, que debieran ser pensados desde un segundo nivel, la Patria Grande.

Muchos de nuestros más grandes hombres de Hispanoamérica buscaron e intentaron, en distintas épocas, la construcción de esa Patria Grande, los Estados Unidos de América del Sur o el Continentalismo. Y es el camino en común que debiera transitar la geopolítica de nuestras naciones. Pensar cuestiones como el petróleo, el litio, el Amazonias, el agua, las cuencas del Orinoco, el Amazonas y Paraná-Río de la Plata, como el derecho de vivir en paz, desde Instituciones que surjan con la Patria Grande. No desde la Patria chica. Sin ideología alguna, solo la defensa de los interese en común de nuestros pueblos.

Necesitamos de una Hispanoamérica organizada, equilibrada y realizada armónicamente, ya sea para defender los intereses comunes como para conciliar políticas de crecimiento y desarrollo compartido y vinculado a un proyecto común.

Desafortunadamente, la realidad es amarga, no porque los pueblos y comunidades desconozcan este ideal de Unidad que supo instalarse gracias a la percepción y agudeza de nuestros prohombres del pasado, sino por cierta casta de políticos, intelectuales y tecnócratas que no comprenden ni se sienten pertenecer a una América consustanciada con la reunión de pueblos, religiones y costumbres, de nuestra raza de mestizos. Criollos del nuevo mundo.

Nos advierte el fundador de Tesla, Elon Musk, que nuestras patrias deberán acostumbrarse a ser víctimas de procesos desestabilizantes y sometidos por medio del caos social; o deconstruidos sus valores, creencias, tradiciones, culturas, costumbres como lo que está sucediendo por obra de George Soros, buscando un solo objetivo: nuestros bienes comunes naturales a bajo costo.

Hispanoamérica tiene que encontrar el camino más apropiado para defenderse y protegerse, revalorizando la conformación de esta Patria Grande o Continentalismo, debiendo comenzar por definir cuál es el proyecto que mejor la representa, tal vez una Confederación de Estados Federales.

Argentina está llamada a conducir este proceso, pero primero deberá definirse qué es lo que quiere ser. Es perentorio romper con esta dirigencia política que nos ha preñado de frustraciones, que solo cuidan sus más mezquinos intereses, dándole la espalda al futuro de todos los argentinos. “Sus cortas miradas les impiden comprender la necesidad de conjugar el verbo común de unidad y paz de nuestros pueblos, para concebir un proyecto que asegure un destino trascendente».

Nos han convertido en una masa inorgánica a la que pueden moldear según lo decidan determinadas figuras “mediatizadas” o portadoras de apellido, aun cuando muchos han sido responsables de desacertadas y erráticas políticas económicas y demostrado su falta de ética y moral en el manejo de los bienes de la Nación. Han despreciado a nuestras instituciones, al federalismo, las autonomías provinciales, a la producción, a las fuerzas del trabajo, a la inteligencia de nuestro pueblo, la investigación científica, la educación…decidiendo sectariamente políticas de Estado, retrotrayéndonos a la peor época de la Década Infame, en el mejor de los casos.

Ellos creen que es mucho más placentero y cómodo estar subordinados a los intereses de Gran Bretaña o China, que consolidar nuestra propia identidad criolla-hispanoamericana. Necesitamos generar una INSUBORDINACIÓN FUNDANTE, como lo propone el politólogo hispanoamericano Marcelo Gullo, y, así, conducir a nuestras naciones a su segunda emancipación.

Luis Gotte
La trinchera federal

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