La muerte de José “Pepe” Mujica, quien supo ganarse el respeto de adversarios y la admiración de multitudes en América Latina, dejó una estela de homenajes en toda la región. Entre los más significativos se encuentra el testimonio del escritor Pablo Cohen, autor de la última biografía del exmandatario uruguayo, quien compartió una despedida cargada de emoción y detalles personales que ilustran el carácter único de Mujica.
Durante una conversación en el ciclo radial «Desde el canil», Cohen trazó un retrato del expresidente como un dirigente popular, alejado del autoritarismo y fiel a los principios democráticos que abrazó tras su militancia guerrillera. “No solo era respetado por quienes pensaban distinto, sino que generaba una devoción en sus seguidores. Tenía un magnetismo natural, una autenticidad que no se ve a menudo”, subrayó.
Cohen conoció de cerca la vida cotidiana de Mujica y su esposa Lucía Topolansky, en su chacra ubicada en las afueras de Montevideo. Allí, el exmandatario recibía a sus visitantes con productos de su huerta y sin ostentaciones de poder. “Eran hospitalarios y vivían con lo justo. Todo en ellos era sobrio, desde su casa hasta la forma en la que se comunicaban”, recordó el biógrafo.
Uno de los aspectos que más destacaba en Mujica, según Cohen, era su profunda conexión con los libros. Tanto él como Topolansky eran lectores ávidos, y esa influencia se notaba en sus discursos y escritos. En su obra, Mujica abordaba con frecuencia la historia y la política de la región, dedicando reflexiones a líderes argentinos como Juan Domingo Perón, Hipólito Yrigoyen y también al actual pontífice.
Más allá de los cargos y los reconocimientos, el recuerdo que deja Pepe Mujica es el de un hombre coherente, humilde y apasionado por la justicia social. Su figura, convertida ya en símbolo del idealismo austero, seguirá inspirando a quienes buscan un camino distinto en la política latinoamericana.