Las festividades de fin de año traen consigo el uso habitual de fuegos artificiales, una práctica que, aunque disminuida en los últimos años, sigue afectando significativamente a los animales. La sorpresa que les genera el estallido de la pirotecnia, sumada a su aguda percepción auditiva, los expone a un estrés que puede desencadenar reacciones peligrosas tanto para ellos como para su entorno.
El veterinario Juan Enrique Romero destaca que la imprevisibilidad de los fuegos artificiales es un factor crucial. Mientras que las tormentas permiten a los animales anticiparse al cambio en el ambiente, los estruendos de la pirotecnia llegan sin aviso, generando un mayor impacto psicológico. Esto pone de manifiesto la importancia de prepararlos con técnicas adecuadas y sin recurrir directamente a sedantes.
Una de las soluciones más accesibles es la construcción de un entorno controlado. Para los gatos, habilitar un refugio en un armario o lugar cerrado puede disminuir el impacto del ruido. En el caso de los perros, se recomienda mantenerlos alejados de objetos que puedan romper o con los que puedan lastimarse, como puertas de vidrio.
Otra medida efectiva es el uso de chalecos compresivos o su alternativa casera, una venda elástica que se coloca estratégicamente alrededor del cuerpo del animal. Este método genera una sensación de contención que reduce la ansiedad.
La distracción también juega un papel importante. Aunque no hay evidencia que confirme que la música relaja a los animales, reproducir sonidos fuertes o armónicos puede enmascarar los estruendos externos. Sin embargo, es fundamental evitar la sobreprotección, ya que esta puede transmitir un mensaje de alarma innecesaria.
La clave radica en brindar un apoyo equilibrado. Las mascotas confían en sus dueños como referentes emocionales, y una actitud calmada y segura puede marcar la diferencia para que enfrenten el ruido de la pirotecnia con mayor tranquilidad.
4o